Ser jefe no es una tarea fácil, por eso el dicho “pesada es la cabeza de quien lleva la corona”. Muchas veces nuestras intenciones son motivar a los empleados a hallar su máximo potencial y así puedan crecer profesionalmente en conjunto con la compañía.
Sin embargo, en ocasiones se vuelve una confrontación, ya que requiere demasiada psicología para poder impulsar de forma apropiada a nuestros compañeros sin que se malinterprete como presión excesiva o una mala forma de expresarnos.
Lo menos que queremos es que nuestra área de trabajo se considere un lugar tóxico para las personas con las que compartimos actividades laborales. Esto muchas veces se traduce como plantillas inestables y poco rendimiento debido a la frustración que genera llegar al lugar de trabajo.
La posición de ser jefe requiere mucho más que solo ser buenos en nuestra especialidad.Esto implica que debemos tener habilidades también a nivel social y de expresión. Lo que llaman comunicación asertiva
Si te interesa aprender un poco sobre esto, continúa leyendo:
Como jefes buscamos que aquello que queramos transmitir pueda llegar a los demás. Pasamos mucho tiempo preocupándonos por las palabras que utilizaremos en cada conversación o reunión.
Pero también es primordial que podamos reservar un poco de espacio para escuchar a aquellas personas con quienes trabajamos y conocer sus necesidades y virtudes.
Todo líder debe ser una persona consciente de las personas sobre las que dirige. Este conocimiento te permitirá tomar mejores decisiones operativas en cuanto a organización, estructuración de planes, etc.
Además, cuando tus empleados noten que eres una persona accesible, generará un ambiente amistoso que les hará sentir cómodos.
Ya vimos que es necesario escuchar a nuestros empleados, pero, ¿qué es escuchar? No solo se trata de conocer sus ideas, sino también tener cuidado con la forma en que nos expresamos una vez sabemos los deseos de nuestro equipo de trabajo.
Para ello, podemos intentar ser asertivos. Es decir, saber escuchar a los demás y encontrar la forma más inteligente para comunicar nuestra opinión sin imponer de forma verbalmente agresiva.
Debemos tener paciencia y funcionar como un medio por el cual el cúmulo de propuestas pueda organizarse y llegar a una conclusión que tienda a satisfacer a todos.
Podrá sonar loco, pero estructurar bien nuestro horario laboral y dejar espacios para el descanso, puede de hecho mejorar nuestro desempeño dentro de la oficina.
Muchas veces pensamos que mientras más tiempo imponemos a nuestros empleados a trabajar, mejor será la calidad de los resultados. Sin embargo, el agotamiento muchas veces lleva a nuestros trabajadores a padecer de fatiga crónica, desánimo, estrés, etc.
Estos síntomas a la larga merman por mucho el desempeño que cada uno pueda tener en sus actividades.
Además, se suman a la lista de motivos que puede tener cada uno para salir pronto de la empresa y no poder contar con un equipo de trabajo fijo que pueda trascender en el tiempo y crear costumbres sólidas para la compañía.
Por supuesto, no estamos hablando de darle 4 días libres a la semana y que solo trabajan 3. Justamente por esto, es necesario sentarse y planificar un medio entre la productividad y el reposo.
La comunicación siempre es clave para que no se formen rencores que den paso a problemas en el futuro muy difíciles de resolver.
Es positivo como jefes que podamos conocer las expectativas de cada uno de nuestros empleados sobre la empresa y sus aspiraciones monetarias. Esto no significa que aumentaremos el sueldo de cada uno de nuestros empleados al azar. Pero si permitirá negociar un acuerdo que sea factible para ambas partes.
Además, dará paso a un feedback en donde podremos también comunicar aquello que anhelamos como jefes y cómo queremos que sea el desempeño de parte de nuestros empleados.
Justamente este es un punto difícil, ya que quizás toque conversaciones que son difíciles de manejar, pero no podemos posponerlas. Es nuestro papel poder administrar estos aspectos de una oficina y llevar un buen ambiente.
A la hora de trabajar, todos compartimos un objetivo: el dinero. Es normalmente el denominador común entre todas las personas que deciden salir en la mañana de su hogar y hacer una actividad forzosa.
Sin embargo, es positivo incentivar a nuestros empleados a conocer la visión de la empresa y hacerlos parte de este propósito. Obviamente su objetivo principal será el mismo, pero lograremos que despierte en él un interés propio por hacer crecer la compañía y aportar su grano en su desarrollo.
Tener una plantilla de trabajo apática generará roces, ya que las personas no consideran su espacio de trabajo como su segundo hogar, en donde comparten una misión.